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martes, 30 de septiembre de 2014

El Círculo XY en su propio escenario

Fotografía de Dominique Vernay


El Círculo XY viaja al desierto, y nos trae consigo la descripción que da Lluvia la primera vez que visualiza tan hermoso paisaje:

"Lluvia estaba impaciente por ver el desierto y se levantó cuando los primeros rayos de sol llenaban de matices irisados las estancias, a través de las vidrieras policromadas de las ventanas. El albergue tenía dos entradas: la principal, a la que se accedía desde el camino de tierra por el que habían llegado, y otra trasera. Se asomó por esta. El desierto apareció delante de sus ojos, de repente, en toda su grandeza. Pensó que había abierto la puerta de otro mundo. Un luminoso océano de arena comenzaba en sus pies y se perdía en el horizonte. Sobre él se extendía el cielo más limpio que jamás había vito. Ni una sola nube manchaba ese velo azul.

Se descalzó y anduvo unos minutos hasta llegar a una pequeña duna. La arena todavía mantenía el frescor de la noche. Ascendió hasta la cresta y se sentí a contemplar el fabuloso juego de luces y sombras que aparecía frente a ella. Luego se tumbó, cerró los ojos y sintió sobre sus párpados los rayos del alba."

1 comentario:

  1. No llovió este fin de, sin embargo me las apañé para saber qué iba a ser de Augusto, de Loli y de todos los del Círculo XY; no podía no acompañarles en sus viajes... porque de muchos viajes se trata. Hay dos niveles en esta historia: el primero, el más a ras del suelo, en el que uno se puede reconocer, y el otro, a más altura, en el que se puede sentir cierto vértigo. El autor sabe hacer que el lector esté a gusto a pesar del desnivel, y con ganas -en muchos momentos- de dejarse caer en la cálida y dorada arena del desierto. ¡Enhorabuena!

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